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El tianguis, en la cotidianeidad de la Ciudad de México

Por Eduardo Miranda

 

Tianguis deriva del náhuatl tianquiztli, que significa “mercado”. En los registros que dejaron los primeros conquistadores sobre su visita a Tenochtitlan, todos mencionan con admiración el arribo al tianguis de Tlatelolco (centro económico de las operaciones mercantiles más importante del imperio mexica, a finales del siglo xv), dentro de los cuales destaca el relato del conquistador Hernán cortés, quien en el año 1520 lo describió como “el sitio público más poblado del planeta”, debido a las más de 30,000 personas que acudían diariamente a intercambiar diversos productos. Destacaban el cacao, hachuelas de cobre y polvo de oro, los cuales únicamente la nobleza podía utilizar como moneda de cambio.

Se describe que los vendedores tendían sus puestos en el piso. Entre una infinidad de artículos, podía encontrarse conejos, venados y perros; frutas y verduras de todos los tipos; los relatos incluso mencionan que había casas donde se podía comprar comida preparada y bebidas. La alineación de los puestos formaba callejones por donde transitaban los compradores y los vigilantes, que se aseguraban de que no hubiera problemas entre mercantes y mercaderes.

Durante la época, todos los pueblos del territorio mexica celebraban diariamente un tianguis ordinario, pero cada quinto día lo dedicaban al tianguis principal o general, en el cual se adoraba a algún dios relacionado con los alimentos. Este día se consideraba de descanso y fiesta, lo que equivaldría a un domingo de nuestro calendario actual. Algunos poblados cercanos entre si celebraban el tianguis general en días diferentes, para no perjudicarse entre ellos.

El concepto se mantuvo durante décadas con agregados en los productos que se comerciaban, tales como: animales, vegetales, frutas y telas traídas del viejo continente. Cerca del año 1600 se comenzó a cobrar una cuota por el uso del espacio público y la tela donde los mercaderes ordenaban o tendían sus productos, fue sustituida por cajas de madera, donde dejaban almacenada la mercancía al final del día, añadiendo un techo sólido a la mayoría de los nuevos tianguis, obteniendo un concepto más parecido al de un mercado formal. Fue durante esta transición que se crearon el mercado de la plazuela del volador, el mercado de Santa Catarina y el mercado de la Lagunilla.

A principios del 1700 pasada la escasez de alimento producida por una inundación de casi 5 años de duración que provocó el cese de comercio en los mercados durante el siglo anterior que incentivó a los vendedores ambulantes a establecerse, el barrio de Tepito, lugar que le debe el nombre a un pequeño lugar de adoración llamado teocalli tepiton del náhuatl “templo pequeño”, comenzó a ser reconocido con un punto de comercio.

Pasó el tiempo y la Nueva España se independizó. Una vez concluida la independencia, llegó el Porfiriato y el gobierno se dedicó a la modernización y establecimiento de más edificios para el comercio formal. Con el final de la Revolución Mexicana además de continuar con la construcción de mercados, se incrementó la cantidad de lugares para comercio al aire libre.

Para el año 1905 debido, incluso grandes mercados como la Merced y el mercado de Sonora resultaron insuficientes, por lo que surgieron nuevos tianguis que para cubrir las necesidades de la población, de tal forma que comenzaron a causar problemas dentro de la población debido a la obstrucción de calles dentro de la ciudad, la desorganización y poca higiene. Para solucionar el problema comenzó la construcción de la Central de Abasto de la Ciudad de México.

Junto a los avances de la humanidad también empezaron a cambiar las necesidades de la población; por ello durante 1950 y 1970 se introdujeron las tiendas de autoservicio y las plazas comerciales. Este acontecimiento a su vez provocó el último gran cambio en la evolución de los tianguis, ya que a partir de entonces se volvieron ambulantes, instalándose un día diferente a la semana en los distintos municipios; durante este tiempo se les conoció como mercados sobre ruedas.

En la actualidad los tianguis armables para su rápido montaje y desmontaje están compuestos por tubos de acero y lonas que protege a “marchantes” y mercancías del sol y de la lluvia. Hoy, continúan siendo parte fundamental del comercio en México, debido a que mantienen su accesibilidad y variedad de productos que los ha caracterizado durante siglos, aunado a que la población sigue disfrutando del comerciar al aire libre y a precios justos en comparación a los que ofrecen otros tipos de establecimiento.

 

Referencias

-Heriberto García Rivas, Cocina Prehispánica mexicana La comida de los antiguos mexicanos, 2da edición, Panorama, México, 2015.

-Ricardo Muñoz Zurita, Larousse Diccionario Enciclopédico de la gastronomía Mexicana, Larousse, México, 2012.

-Museo Nacional de Antropología, 2018.

-Pascale Villegas, Estudios Mesoamericanos, UAM, México, 2010.

-Francisco Javier Clavijero, Traducción por el Dr. D. Francisco Pablo Vázquez, Historia antigua de Mejico, 2da edición, Editorial del Valle de México, 1981.

-Magali Delgadillo, El Universal, Los mercados ambulantes, herencia de los prehispánicos, <http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2017/06/2/los-mercados>, 2017.

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