Bitácora

Tlayuda y huarache toluqueño: sus diferencias los hacen únicos

La tlayuda y el huarache toluqueño están en boca de todos. Aunque sus diferencias los hacen únicos −e inigualables− suelen confundirse porque en la capital de nuestro país comparten el mismo nombre. Descubre aquí los motivos y sus diferencias.

En México la gastronomía es motivo de orgullo, pero también de alegato. Discusiones acaloradas inundan las redes sociales y forman parte de nuestra vida diaria: que si las quesadillas van con queso o sin queso; si el chile en nogada es capeado o sin capear; también, si los tacos al pastor pertenecen a Puebla o a la capital y, en estos últimos días, si se llama tlayuda o huarache toluqueño.

Aquí te contamos las diferencias de estos platillos orgullosamente mexicanos.

Huarache Toluqueño: historia y sazón

En el centro de la Ciudad de México es común encontrar a hombres y mujeres que ofrecen tostadas ovaladas, de maíz martajado, cubiertas con frijoles refritos, nopales, cebolla, cilantro, queso rallado y salsa roja de chile de árbol.

Si bien, a éstas se les conoce popularmente como tlayudas, su nombre real es huarache toluqueño, un platillo que tuvo sus inicios a principios del siglo XX en el cerro de La Teresona, en Toluca, Estado de México.

Se dice que este alimento se ofrecía a las afueras de las antiguas pulquerías, ya que su bajo precio resultaba accesible para los hambrientos del lugar. Actualmente es posible encontrarlo en Toluca y en el centro de la Ciudad de México, sitio a donde peregrinan cientos de personas para vender este antojito.

Tlayudas, insignia oaxaqueña

Las tlayudas son tortillas tostadas de 30 centímetros de diámetro, hechas de maíz blanco, cubiertas con un asiento de manteca, frijoles negros, tasajo o carne seca, chorizo, quesillo, cecina y aguacate. Aunque también las hay con chapulines, escamoles y hasta mariscos.

De acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de la Gastronomía Mexicana, la tortilla “se deja en el comal el tiempo suficiente para que el agua de la masa se evapore y, una vez cocida y con consistencia algo firme, se retira del comal y se pone a un lado de las brasas. Es así como se termina de secar y queda quebradiza y correosa. Debido a la manera en que se cuece, puede conservarse por mucho tiempo”.

Y ¿por qué le cambian el nombre?

El huarache que conocemos en la Ciudad de México y las zonas conurbadas es muy diferente al huarache toluqueño. En la capital, el huarache es un antojito de maíz, más grande y alargado, que es sumergido en aceite y cuyo grosor es capaz de sostener diferentes carnes o guisados.

Se dice que el huarache de la Ciudad de México nació como un tlacoyo en 1935, pero con el tiempo adoptó el tamaño y la forma que conocemos en la actualidad. Así, para evitar caer en confusiones, el huarache toluqueño llega todos los días a la capital con otro nombre y apellido.

“¿Y por qué en la CDMX le cambiaron el nombre? Para que no se confundiera con el huarache chilango, que es masudo y grueso. Aún hoy hay familias toluqueñas que siguen trayendo sus huaraches a vender a la CDMX, principalmente en la zona de Chapultepec y el centro”, cuenta Jazmín Martínez, periodista y toluqueña de corazón.

La importancia de llamar a las cosas por su nombre

Si bien, decirle tlayuda al huarache toluqueño no le hace daño a nadie, es importante reconocer y dar su debida importancia a todos los platillos que enriquecen nuestra cultura gastronómica.

Ninguno de estos platillos es mejor que otro (aunque a muchos les duela leerlo): simplemente son diferentes y cada uno de ellos persiguen el objetivo de apaciguar el hambre. Eso sí, debemos estar orgullosos de que en México podemos presumir de contar con una infinita variedad de creaciones, con mucha historia y, sobre todo, mucho sabor.

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